domingo, 23 de junio de 2013

SEGUNDO CAPÍTULO

Como de momento parece que a algunos os ha gustado el primer capítulo, voy a escribir el segundo, pero esta vez  no lo voy a publicar, a los que os apetezca leerlo, os lo mandare por correo electrónico. Así que o bien mediante un comentario en el blog o si queréis de forma privada, rellenando el formulario de contacto que tenéis a la derecha de la pantalla, mandarme vuestro correo electrónico para enviaros el segundo capítulo.
Seguiré esperando vuestros comentarios, ideas, sugerencias, peticiones...
Espero vuestros correos!



jueves, 13 de junio de 2013

¿JUEGO, ILUSIÓN O REALIDAD?

Desde siempre me ha gustado escribir, y en más de una ocasión he llegado a fantasear con escribir un libro, por eso se me ha ocurrido que quizás ahora es mi momento. He escrito lo que se podría decir que es un primer capítulo. Mi Post se titula juego, ilusión o realidad, porque me gustaría que lo leyeras y me dieras tu opino, si te gusta, si te apetecería seguir leyendo la historia, si cambiarías algo, acepto ideas y opiniones. Así que ahí va:

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Capítulo 1

Un sábado por la noche mis padres me dijeron que íbamos a cenar a casa de unos nuevos amigos. Desconocidos para mí, ya que yo no conocía de su existencia. Eran unos amigos nuevos que habían conocido, amigos de un amigo o algo así. Allí comenzó toda mi historia.

Llegue con mis padres y mi hermano a una casa extraña, a cenar paella, si aunque parezca raro, a cenar paella, no hace falta decir con esto que somos de Valencia, pero lo de cenar Paella es porque los amigos de mis padres iban a abrir próximamente un restaurante y esa paella era como la prueba de la especialidad de la casa, previa apertura.

En la cena había varios matrimonios con sus respectivos hijos, de edades todos muy diferentes. Un matrimonio no tenía hijos, otro matrimonio tenía una pareja de mellizos chico y chica, pero más próximos a la edad de mi hermano que a la mía. 

Soy la hija mayor de mi familia, no os lo he dicho, pero me llamo Vera. Estaban también los hijos del matrimonio que iban a abrir el restaurante, dos chicos, uno era un par de años mayor que yo y el otro unos cinco años más mayor que yo. Prácticamente todo chicos y cada uno de una edad. Yo tenía muchísima vergüenza, estaba súper incomoda, además descubrí que el chico mayor, Carlos, que así se llamaba, iba al mismo colegio que yo, él ya estaba en la parte de instituto, pero estudiábamos en el mismo centro. Desde ese día, lo vi todos los días, nos cruzábamos a la hora del patio nos saludábamos y nada más, o eso pensaba yo.
Mi mejor amiga se llama Eva, somos como Pin y Pon, no salíamos la una sin la otra, más que amigas, hemos sido casi como hermanas, ella la cabra loca y yo la responsable, cada una hemos asumido bien nuestro papel, ella se divertía y yo la tenía que devolver a casa sana y salva. Donde iba una, estaba la otra. Cuando conocí a Eva, ella solo venía a la urbanización los fines de semana y los periodos de vacaciones, el resto del año, vivía en otra casa. No existían todavía los móviles pero el fijo lo hacíamos polvo, siempre sabíamos cuando estábamos las dos en la urbanización, Eva en cuanto venia lo primero que hacía era llamarme para avisarme, eso que vivíamos en la misma calle, pero el teléfono desde siempre ha sido mucho más cómodo.

En el tema chicos Eva siempre ha ido mucho más adelantada que yo, bueno en el tema chicos y en el tema todo, ella se pillo su primera borrachera antes que yo, se fumó su primer porro antes que yo, con respecto a las vivencias, ella siempre ha ido por delante de mí. Yo en ella siempre he visto las consecuencias de todo antes que en mí, yo he sido un ejemplo para ella en muchas cosas, ella siempre se enfadaba porque sus padres la comparaban conmigo, dichosas comparaciones, seguro que ella a veces me ha odiado por ello, pero lo que Eva no sabes es que ella para mí también ha sido el ejemplo en muchas otras.

Mi verdadera historia la viví con Jairo, el hermano de Carlos que me sacaba un par de años. La verdad es que la noche de la paella en su casa, prácticamente no hablamos nada, es mas es que estuvo unos minutos y se fue con unos amigos, vamos que no me presto ni la más mínima atención,  pero unos días después de esa noche, Jairo y yo nos volvimos inseparables. Era mi Pon, cuando mi verdadero Pon, Eva, no estaba en la urbanización.

Yo siempre he sido Pin, porque era más delgadita y mona, lo se, queda un poco feo que yo lo diga, pero que le vamos a hacer, las cosas son así. Eva siempre envidiaba mi delgadez, ella se autodenominaba Pon, con acento remarcado en la “o” porque estaba más gordita, pero la verdad es que yo siempre la he envidiado, siempre he querido sin un Pon y no un Pin. Supongo que todos queremos ser siempre lo que no somos.

Los amigos de mis padres abrieron su restaurante, la verdad es que siempre estaba lleno, les funcionaba genial, mis padres mi hermano y yo íbamos bastante, sobre todo a cenar, si salíamos a algún sitio, siempre íbamos allí, y yo encantada de la vida, porque así veía a Jairo, aunque delante de la gente, éramos como dos desconocidos y eso a mí me ponía muy nerviosa, delante de la gente no era mi Pon, era Jairo, el chico del bar, mi camarero, el que me servía la comida, me llenaba el vaso de coca cola y cumplía con todo lo que mis padres le pedían, dios que vergüenza pasaba yo.

Yo no sabía lo que era el amor. No es de extrañar, tengo 8 años. Empecé a darme cuenta de lo que era el amor cuando las niñas de mi clase me hacían la pregunta ¿Quién te gusta? La verdad es que a mí no me gustaba nadie, yo solo pensaba en jugar y divertirme, pero ellas ya pensaban en tener novios y si eran de clase para que se supiera mejor.

Yo era todo lo contrario que las niñas de mi clase, por dios que vergüenza, no quería ni oír lo típico del colegio “Vera quiere a ……” o “….. Quiere a Vera”.  Siempre que me preguntaban ¿quién te gusta? Yo contestaba “nadie”, pero es que la verdad es que no me gustaba nadie. Un día ya ante la presión de mis compañeras tuve que dar un nombre, y sin pensar conteste, Jairo.  

Eva no iba a mi colegio, a ella era la única a la que se lo contaba todo, al igual que ella a mí. Los fines de semana siempre los pasábamos juntas y nos poníamos al día de lo que nos había pasado durante la semana.
Entre semana yo siempre estaba por las tardes con Jairo y con Marcos. Marcos, era un chico de mi clase, que también era amigo de Jairo. Después del cole siempre nos íbamos los 3 a jugar al parque, a un banco a comer pipas o a lo que cada día nos apetecía, éramos libres, éramos felices y campábamos a nuestras anchas por la plaza del pueblo por las tardes sin maldad ninguna. Podría haber contestado cualquier otro nombre o incluso inventarme uno, para hablar del chico que me gustaba, pero yo conteste Jairo. Al principio pensé que fue porque las niñas de mi clase no lo conocían y no había ningún niño de mi clase que se llamara así, pero rápidamente me di cuenta de que no había contestado Jairo por esos motivos.

La verdad es que me encantaba pasar las tardes con Jairo, incluso cuando Marcos estaba castigado, Jairo y yo nunca fallábamos a nuestra “cita” a las 5 de la tarde. Era la hora en la que salíamos del cole. Él se iba con su padre al bar, para luego venir a buscarme, y yo me iba con mi madre a la tienda que teníamos en la misma plaza, cosa que siempre he odiado y que nunca antes había hecho, porque no me gustaba nada, pero para pasar la tarde con Jairo iba sin ningún tipo de duda. No me había dado cuenta de lo que me gustaba estar con el hasta que conteste a la dichosa preguntita de las niñas de mi clase.

Jairo no iba a mi colegio, iba al otro que había en el pueblo, él también podía haber elegido pasar las tardes con gente de su colegio, pero sin embargo, aunque no viniera Marcos, las pasaba conmigo.

Sinceramente no creo que las chicas de mi clase supieran lo que es el amor ni por asomo, pero gracias a ellas yo lo descubrí con 8 años, la verdad es que me hubiese gustado descubrirlo más tarde, porque quizás las cosas hubieran sido de otra manera, pero mi historia, la historia que voy a contaros, la verdad es que no la cambio.

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Hasta aquí el primer capítulo, espero vuestros emails con vuestras opiniones, quizás un día este post pase de ser un juego a ser una realidad.






martes, 4 de junio de 2013

LA SIESTA


Según la Wikipedia, la siesta es una costumbre consistente en descansar algunos minutos entre veinte y treinta, por lo general, pero puede llegar a durar un par de horas.

En mi opinión, la siesta debería ser un patrimonio de la humanidad, déjense de iglesias y catedrales, a la humanidad eso diariamente no nos proporciona nada, pero una buena siesta, una buena siesta, lo cura todo.

Que tienes un día de mierda, ¿qué te apetece?, irte a dormir, es como si cuando te despertaras todo lo que ha provocado tu día de mierda, se borrara. Que te encuentras mal, una siestecita y te levantas mucho mejor.

Los entendidos dicen que la siesta dura 20 minutos, yo hago siestas de 20 minutos y me sientan peor, la verdad, aunque habrá de todo, para gustos colores. Para mí una siesta, roza sino supera las 2 horas, así, si se puede descansar y te despiertas renovado.

Hay muchos tipos de siesta, la “siesta borreguil”, es la que se hace a las 12:00 de la mañana, esta solo la pueden hacer algunos “privilegiados” o los fines de semana. La siesta por excelencia que es la que se hace después de comer, está también la pueden hacer algunos dependiendo de su horario laboral. Y la “siesta me voy de fiesta”, que es la que se hace después de cenar, para salir después a bailar más fresquitos y aguantar hasta más tarde, ¿Quién no ha hecho esto en su adolescencia?

La siesta, que gran invento, de momento no cuesta ni un duro, y la puedes hacer donde quieras, en la cama, en el sofá, en la hamaca de la playa, en una silla… ¿No os sorprende donde se puede llegar a quedar dormida la gente?

Cuando ves a alguien durmiendo la siesta, incluso a un animal, piensas, joder que envidia, ojala estuviera yo durmiendo así de a gusto.

En muchos países la siesta no es una costumbre, no la practican, no lo puedo entender, pero allá cada uno. Pero en los tiempos que corren, nos pueden quitar hasta la sonrisa, pero nunca nos podrán quitar la siesta, por lo menos en nuestro día de fiesta.