Desde siempre
me ha gustado escribir, y en más de una ocasión he llegado a fantasear con
escribir un libro, por eso se me ha ocurrido que quizás ahora es mi momento. He
escrito lo que se podría decir que es un primer capítulo. Mi Post se titula
juego, ilusión o realidad, porque me gustaría que lo leyeras y me dieras tu
opino, si te gusta, si te apetecería seguir leyendo la historia, si cambiarías
algo, acepto ideas y opiniones. Así que ahí va:
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Capítulo 1
Un sábado por
la noche mis padres me dijeron que íbamos a cenar a casa de unos nuevos amigos.
Desconocidos para mí, ya que yo no conocía de su existencia. Eran unos amigos
nuevos que habían conocido, amigos de un amigo o algo así. Allí comenzó toda mi historia.
Llegue con mis
padres y mi hermano a una casa extraña, a cenar paella, si aunque parezca raro,
a cenar paella, no hace falta decir con esto que somos de Valencia, pero lo de
cenar Paella es porque los amigos de mis padres iban a abrir próximamente un
restaurante y esa paella era como la prueba de la especialidad de la casa,
previa apertura.
En la cena había
varios matrimonios con sus respectivos hijos, de edades todos muy diferentes.
Un matrimonio no tenía hijos, otro matrimonio tenía una pareja de mellizos
chico y chica, pero más próximos a la edad de mi hermano que a la mía.
Soy
la hija mayor de mi familia, no os lo he dicho, pero me llamo Vera. Estaban
también los hijos del matrimonio que iban a abrir el restaurante, dos chicos, uno
era un par de años mayor que yo y el otro unos cinco años más mayor que yo. Prácticamente
todo chicos y cada uno de una edad. Yo tenía muchísima vergüenza, estaba súper
incomoda, además descubrí que el chico mayor, Carlos, que así se llamaba, iba al
mismo colegio que yo, él ya estaba en la parte de instituto, pero estudiábamos
en el mismo centro. Desde ese día, lo vi todos los días, nos cruzábamos a la hora
del patio nos saludábamos y nada más, o eso pensaba yo.
Mi mejor amiga
se llama Eva, somos como Pin y Pon, no salíamos la una sin la otra, más que
amigas, hemos sido casi como hermanas, ella la cabra loca y yo la responsable,
cada una hemos asumido bien nuestro papel, ella se divertía y yo la tenía que
devolver a casa sana y salva. Donde iba una, estaba la otra. Cuando conocí a
Eva, ella solo venía a la urbanización los fines de semana y los periodos de
vacaciones, el resto del año, vivía en otra casa. No existían todavía los
móviles pero el fijo lo hacíamos polvo, siempre sabíamos cuando estábamos las
dos en la urbanización, Eva en cuanto venia lo primero que hacía era llamarme
para avisarme, eso que vivíamos en la misma calle, pero el teléfono desde
siempre ha sido mucho más cómodo.
En el tema
chicos Eva siempre ha ido mucho más adelantada que yo, bueno en el tema chicos
y en el tema todo, ella se pillo su primera borrachera antes que yo, se fumó su
primer porro antes que yo, con respecto a las vivencias, ella siempre ha ido
por delante de mí. Yo en ella siempre he visto las consecuencias de todo antes
que en mí, yo he sido un ejemplo para ella en muchas cosas, ella siempre se
enfadaba porque sus padres la comparaban conmigo, dichosas comparaciones,
seguro que ella a veces me ha odiado por ello, pero lo que Eva no sabes es que
ella para mí también ha sido el ejemplo en muchas otras.
Mi verdadera
historia la viví con Jairo, el hermano de Carlos que me sacaba un par de años.
La verdad es que la noche de la paella en su casa, prácticamente no hablamos
nada, es mas es que estuvo unos minutos y se fue con unos amigos, vamos que no
me presto ni la más mínima atención, pero
unos días después de esa noche, Jairo y yo nos volvimos inseparables. Era mi
Pon, cuando mi verdadero Pon, Eva, no estaba en la urbanización.
Yo siempre he
sido Pin, porque era más delgadita y mona, lo se, queda un poco feo que yo lo
diga, pero que le vamos a hacer, las cosas son así. Eva siempre envidiaba mi
delgadez, ella se autodenominaba Pon, con acento remarcado en la “o” porque
estaba más gordita, pero la verdad es que yo siempre la he envidiado, siempre
he querido sin un Pon y no un Pin. Supongo que todos queremos ser siempre lo que no somos.
Los amigos de
mis padres abrieron su restaurante, la verdad es que siempre estaba lleno, les
funcionaba genial, mis padres mi hermano y yo íbamos bastante, sobre todo a
cenar, si salíamos a algún sitio, siempre íbamos allí, y yo encantada de la
vida, porque así veía a Jairo, aunque delante de la gente, éramos como dos
desconocidos y eso a mí me ponía muy nerviosa, delante de la gente no era mi Pon,
era Jairo, el chico del bar, mi camarero, el que me servía la comida, me
llenaba el vaso de coca cola y cumplía con todo lo que mis padres le pedían,
dios que vergüenza pasaba yo.
Yo no sabía lo
que era el amor. No es de extrañar, tengo 8 años. Empecé a darme cuenta de lo
que era el amor cuando las niñas de mi clase me hacían la pregunta ¿Quién te
gusta? La verdad es que a mí no me gustaba nadie, yo solo pensaba en jugar y
divertirme, pero ellas ya pensaban en tener novios y si eran de clase para que
se supiera mejor.
Yo era todo lo
contrario que las niñas de mi clase, por dios que vergüenza, no quería ni oír
lo típico del colegio “Vera quiere a ……” o “….. Quiere a Vera”. Siempre que me preguntaban ¿quién te gusta?
Yo contestaba “nadie”, pero es que la verdad es que no me gustaba nadie. Un día
ya ante la presión de mis compañeras tuve que dar un nombre, y sin pensar conteste,
Jairo.
Eva no iba a
mi colegio, a ella era la única a la que se lo contaba todo, al igual que ella
a mí. Los fines de semana siempre los pasábamos juntas y nos poníamos al día de
lo que nos había pasado durante la semana.
Entre semana
yo siempre estaba por las tardes con Jairo y con Marcos. Marcos, era un chico
de mi clase, que también era amigo de Jairo. Después del cole siempre nos
íbamos los 3 a jugar al parque, a un banco a comer pipas o a lo que cada día
nos apetecía, éramos libres, éramos felices y campábamos a nuestras anchas por
la plaza del pueblo por las tardes sin maldad ninguna. Podría haber contestado
cualquier otro nombre o incluso inventarme uno, para hablar del chico que me
gustaba, pero yo conteste Jairo. Al principio pensé que fue porque las niñas de
mi clase no lo conocían y no había ningún niño de mi clase que se llamara así,
pero rápidamente me di cuenta de que no había contestado Jairo por esos
motivos.
La verdad es
que me encantaba pasar las tardes con Jairo, incluso cuando Marcos estaba
castigado, Jairo y yo nunca fallábamos a nuestra “cita” a las 5 de la tarde.
Era la hora en la que salíamos del cole. Él se iba con su padre al bar, para
luego venir a buscarme, y yo me iba con mi madre a la tienda que teníamos en la
misma plaza, cosa que siempre he odiado y que nunca antes había hecho, porque
no me gustaba nada, pero para pasar la tarde con Jairo iba sin ningún tipo de
duda. No me había dado cuenta de lo que me gustaba estar con el hasta que
conteste a la dichosa preguntita de las niñas de mi clase.
Jairo no iba a
mi colegio, iba al otro que había en el pueblo, él también podía haber elegido
pasar las tardes con gente de su colegio, pero sin embargo, aunque no viniera
Marcos, las pasaba conmigo.
Sinceramente
no creo que las chicas de mi clase supieran lo que es el amor ni por asomo,
pero gracias a ellas yo lo descubrí con 8 años, la verdad es que me hubiese
gustado descubrirlo más tarde, porque quizás las cosas hubieran sido de otra
manera, pero mi historia, la historia que voy a contaros, la verdad es que no
la cambio.
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Hasta aquí el
primer capítulo, espero vuestros emails con vuestras opiniones, quizás un día
este post pase de ser un juego a ser una realidad.